Wednesday, August 23, 2006

Rinconcito de luz, tin, tin, tin, tin

Rincones por doquier. No hay terreno llano. Busco, y no encuentro. Ya no sé ni para qué lo hago, si todo me lleva al mismo sitio. Rincón, rinconcito. Todo está tan arrinconado que me arrincono inconscientemente sobre tu vértice arrinconorazado. Ese que dejaste sobre el lápiz con forma de pincel. Tu hoja, manuscrita, me tienta a la clasificación. Pero hoy no estoy para chistes… estoy, ¿para? estoy...

Saturday, August 19, 2006

Viernes 10:30 a.m

Como un viejo autor
vuelvo (impaciente)
y dejo que el silencio le gane a mi deseo.
Así, pausado, y en ritmo
el rincón del agua se hace espejo,
y el medioevo ve su cara.

Como un viejo motor
enciendo (impaciente)
y pongo todas mis excusas en la mesa.
Así, cansado, y alegre
el motivo es suficiente
para ver la raíz arrancada,
el tren enlatado,
la escalera caracol,
y el subsuelo memorioso.

Como un viejo
sentido,
sin arreglo,
vuelvo (en paciente)
y la sala de espera me libera.
Así, libre, y anunciado
corro por la calle (y la calle que se corre).
El riego cobra vida,
y el pasto
aumenta,
alimenta,
y me recrea un viejo mundo de asombros.

Como todo,
como siempre,
como nunca,
como a veces,
como ayer,
como hoy,
como todos,
como yo,
como vos.
Me alimento,
y por no decir como,
como mi alimento.
Y como vos,
vos como un disfraz,
como aire,
como tierra,
como agua,
y como un cuarto elemento presente.
Vos como, como vos.

Thursday, August 17, 2006

Primer mundo

Bombazo y cacerolazo. Las coordenadas que los separan, y ellos que se alistan en el primero… Primer mundo señores. ¿Cuál habrá sido? Yo retumbo en mi pregunta y camino por la Avenida Corrientes. Primer mundo, con ustedes el glorioso primer mundo. Yo redoblo mi pregunta y me siento (acostado) para pensar lo que nunca pienso. ¿Qué será?, ¿cuál habrá sido?, ¿cuál es?
Bombazo y más bombazo. El más atómico gana. ¿Quién es? Y con ustedes el primer mundo señores. Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir. Porque el futuro parece haber llegado, pero enseguida se retira, ¿no ven? Lo que dura un segundo, dura un segundo. Pero ese postulado se complica cuando los tiempos en mi cabeza andan dispares (no hay coincidencia con la realidad, como en las novelas).
Y bombazo, continúa el bombazo. Ya es costumbre. Un chiflido. Un camufle. Un chiflido. ¿Y ahí que viene? Es el sonido que se expande por el aire, y es el aire que penetra sexualmente en el sonido. Y el chiflido que sigue al chiflido. Y yo que nunca aprendí a chiflar (cuenta pendiente). Y yo que intento imitarlo con un falsete (que de falso no tiene nada), no logro llegar a inventar el miedo del otro chiflido. El mío es tímido y maricón. Tibio y efímero. Como un chiflido, pero infantil. Ese que le enseña el papá al hijo, y el hijo a su futuro hijo, y éste al bisnieto del primer papá, y así sigue la tradición. Todo por un chiflido. La comunicación del chiflido que lleva la guerra. ¿Y el primer mundo? Chifla, está chiflado. Nadie sabe qué le pasa, pero todos lo escuchan chiflar. ¿Y el mundo primero… ese de Adán y Eva? No, no estaba tan chiflado como el chifle de hoy. Chiflaba el viento, las hojas, el temor a Dios, y la agonía del desierto, pero no el sonido fugaz del terreno…maldito terreno.
Y el primer mundo, fugaz, continuo, de oriente a occidente, y de nuestros pagos al arroz. Primer mundo, en lista, fila, planilla, conteo, retrato, ranking, y maldición extranjera. Primer mundo, el que no es. Por comilón, goloso, maleducado, caprichoso. Y ese no es. Por inmigrante, racista, ovejero, maletero… ¿qué es lo que pasa acá? ¿Están todos chiflados o qué? Primer mundo señores. Ese no es. La hoja, esa que cubría los senos de Eva. Esa que cubría el falo de Adán. La hoja, cayendo y crocante. La hoja que pisa el triciclo verde. La hoja haciendo ruido, crujiente, despedazada. La hoja, cayendo. Verde, amarilla, marrón, grande, chica, mediana y normal. La hoja, volando. Pisando la baldosa más firme de la ciudad. Barriendo la vereda cagada, y escondiendo la basura occidental. La hoja, esperando tu encuentro. Esperando tu pie. La hoja que se come, respira y vomita. La hoja viendo tu cara, pero desde abajo, con un ángulo más vicioso. La hoja regalándote una canción. La hoja, cayendo. Ahí está. Tu huella, tu estoica pisada. Ahí está tu pie, corriendo a la hoja. La hoja, cayendo, embriagada, y todo tu cuerpo que se cae. La hoja, en tu cabeza, con un vuelo directo hacia el piso. La hoja, cayendo…y en tu cara la hoja, y la hoja en tu ojo…ese es el primer mundo, ahí lo veo… ya lo estoy viendo. Tu pisada, tu camino, tu silencio, y tu bendito perfume, adictivo, lloroso y alejado, bañando todas tus hojas. Primer mundo, ahi está, ahí lo veo...es tan humano y excusable, que siempre te termina viendo.
g.-

Saturday, August 12, 2006

Con sueño para pensar un título

Descarto mis frases en una caja de cartón que auspicia una casa de electrodomésticos. Y ahí desaparecen. Se transforman en basura, y la basura las convierte en comida para ratas. Así se las ve: corriendo, odiándose por un poco más de mugre, pero sin tener en cuenta qué es lo que comen. ¿Será el tomate podrido que tiró el vecino anoche o el cuaderno del pibito de 4to grado? Mis frases siguen, y no me arrepiento de haberlas tirado. Después de haber pasado tanto frío, ellas ya ni siquiera me abrigaban… (tuve que sacar de mi mente otros pretextos para dejar de congelar el ambiente). Y al sol que le habían bajado la temperatura, tibio y gris, comenzó a rallar la superficie, y lentamente a competir con la luna: quién sale, quién no. El día se fue formando en espera, y la noche en el único momento para olvidarse. Dormir, pasar a la otra vida, y volver al primer segundo recordatorio que inundará cada uno de los minutos que lo siguen. Pero la escena sigue siendo igual: plano general…plano medio…primer plano…primerísimo plano…y veo tu cara encerrada en un encuadre que no te deja respirar. Pongo pausa, y lo dejo titilando por el resto del día. A veces paso, veo, y me alejo. Juego, dibujo, adorno cada una de las porciones que te conforman, y me alejo de nuevo. Vuelvo a pasar, angustiado, me alegro y así vuelve el pensamiento de mi infancia: ¿estará metida en el televisor? ¿y si lo abro con un destornillador y me fijo? Pero algo me dice que no, que no sea tan tonto de pensar en ficciones, y me vuelvo a alejar para pulsar la flechita. La imagen comienza a moverse, y lentamente se aleja. El zoom también tiene miedo, y con respeto mira desde lejos. Un umbral, un precipicio, el verde barranco, todos espacios elegidos para apoyarse sin hacer tanto ruido…tampoco quiero que me despierte ese molesto murmullo de la gente que comenta y respira sin control, como si cada suspiro fuera una pulseada con la muerte (¡te gané una ves más, te gané!). Y así me duermo…esta noche nadie quiso salir, salvo esto que te cuento.

Thursday, August 10, 2006

El gourmet

Que imagen más horrible la de ese barco sucio. Es un asco. No como hace unos 5 meses…cuando todavía era blanco (ala), y sobrellevaba una bandera roja que titilaba al compás de esas olas que siguen detonando reventadas de tantos problemas: los peces que se sumergen, el petróleo que los mata, y la tranza de Greenpeace contrabandeando ilusiones. Es tan sistemático todo, que la marea tampoco logra quedarse atrás: pleamar y bajamar. Lo aprendí en geografía. Algo así como dos ciclos repetitivos que comparte el mar con el ser humano en sus procesos de levantarse y acostarse. Y somos tan parecidos a ella que asusta. Nos lastimamos, basureamos, escupimos, lavamos, quemamos y hasta cocinamos nuestras propias angustias. Pero con un tuquito siempre es mejor (agregando un toque de crema, o salsa rosa como la llaman), para alegrar un poco la desdicha de buscarte, y morir en el intento. Acto fallido, pero divertido. Ido y vuelto, encuentro sin buscar y eso me alegra. Las posibilidades de programar vuelven a avisarnos que fracasan, y que la espontaneidad (como la argentinidad), está al palo. Y eso me alegra, me alegra. Que todo sea tan flexible, y duro a la vez. Tan estúpido y gracioso. Profesional y novato. Así se va formando esta mezcla de ingredientes que no hacen otra cosa que una rica torta: con crema eh, nada de quesos raros por favor…

Monday, August 07, 2006

lluvioso el mocoso

Me olvidé el paraguas, como siempre. Ya es costumbre mojarme en estos días de lluvia, como hoy: gris, oscuro, y el cielo anunciando que yo, solamente yo, no iba a llegar seco a casa. Qué mariconas las nubes, pensé. No paran de llorar. Y que no sea una analogía trillada, creo que están mal en serio, ¿no?: que se borran y sale el sol; que aparecen (violentas) y escupen bolas de hielo susceptibles de matar a cualquier ciudadano; que vuelven a desaparecer…sale el sol…resurgen (grises), y simplemente se largan a llorar. Están mal, lo sé. No me lo contaron.
Y un día con lluvia no es tan complicado como la falta de ese paraguas que me proteja. Esta vez me falló, pero esa traición me hizo pensar. Iba caminando. Primer charco, primera zapatilla mojada. Segundo, lo pude esquivar. Tercero no es el vencido, segunda zapatilla mojada. Y así empecé a enojarme con la naturaleza (llegué a insultarla y a ofenderme con ella…medio boludo, me dije después). Pero todo esto me hizo pensar… ¿Ella también estará saltando algún charco, o ese techo bondadoso la estará cuidando? Ojalá que no se resfríe, a ver si se enferma. Aunque pensándolo bien, esos estornudos le dejarían la nariz totalmente colorada, como la de un payaso. Y eso podría ser gracioso (por lo menos).
Así seguí caminando, entre saltos, escondites, y el sueño que me perseguía… (anoche no dormí muy bien: lo único que había pedido era descansar un poco, y mientras dormía volvió a aparecer. No me deja. Intento, a veces quiero, y no sé qué misterio de repetición vuelve a suceder, y así van… en fin. Ya van tantos que no entiendo, y tampoco busqué entenderlo en algún momento, porque nunca fue un encuentro que no haya querido. Esta vez sé que inútilmente lo pedí, como todo. Pido, y ¿después? Que inconstancia tiene esta cosa, me molesta, pero me gusta así). Y por eso seguí caminando.
Finalmente me cansé, como siempre. Tomé el subte, estación Catedral, y empecé a viajar rumbo a casa. El tipo de al lado me miró con cara de culo porque me había sentado todo mojado. Estaba tan seco él, que me hizo pensar nuevamente en los charcos: ¿ella también estará saltando alguno, o ese techo bondadoso la estará cuidando? Ojalá que no se resfríe, pensé. Y empecé a cuidarla.

Thursday, August 03, 2006

Dormir en el teclado

El otro día estaba re contento. Empecé a saltar por el pasillo de casa, y mientras más me elevaba, más quería quedarme en ese estado. “Maldita ley de la gravedad”, pensé, ¿por qué vuelvo a caer para abajo? Igualmente me conformé con lo establecido. Después de todo, este Newton se había quemado la cabeza con su ley, y no me pareció muy adecuado faltarle el respeto. Pero después pensé: no me pude quedar tranquilo, por eso me pregunté: "¿Qué carajo me importa Newton? Como si yo le importara a él". Igual sé que el culpable de que los cuerpos se caigan no es él, sino alguna fuerza mayor que nos atrae cuando tiene hambre: quiere masa, y mientras más pesada, más rápida cae. Tiene hambre, ¿no ven? ¡Cuidado con su garganta! Sin embargo Newton lo pensó, lo legisló, y hasta casi hace de esa ley una religión, pero se abstuvo al darse cuenta de que era una idea estúpida, con poco sentido.

El otro día estaba re contento, pero esta ley me quitó la poca felicidad que me quedaba. Pensé, y pensé en cómo sería la vida sin gravedad. Flotando, por el aire, aprovecharía alguna ráfaga de viento para llegar a casa más rápido, y así mamá no me retaría por llegar tan tarde. Jugaríamos a la pelota sin violencia, y ningún equipo sería el ganador: la pelota se perdería entre las nubes chabón. No dejaríamos de espiar a la vecinita de al lado, como la que tenía en Neuquén cuando tenía 8 años. Encima la ventana de su habitación era enorme, las cosas que podría haber visto con tan solo flotar...También podría haber zafado de esa situación espantosa que todavía recuerdo con vergüenza (me sonrojo): estaba en una plaza, con una chica. De repente me cagó una paloma en el pelo y, tratando de esquivar el problema, le dije a ella que me sentía mal, que me dolía mucho la cabeza (me la tapaba fingiendo dolor). Por eso el otro día pensaba: de no haber existido esa ley, la caca de la paloma jamás hubiera llegado a mi cabeza, se hubiera quedado volando en el cielo, y quién sabe si no me hubiese casado con esa chica (que evidentemente nunca más me dio cabida).
Seguí pensando, y hasta llegué a pensar que este pensamiento de la vida sin gravedad podría ser infinito. Mi imaginación volaba todo el tiempo (¿será que ella no respeta la ley?) ¿Cómo hace la hija de puta? Yo estoy postrado en el piso (no tan distinto a un árbol enraizado), y ella que vuela sin pudor. “Qué bueno boludo, qué bueno”, pensé. “Ojalá pudiera parecerme a la imaginación”, repetí acostado en mi cama: por lo menos estaba en posición horizontal, desafiando levemente a la ley, pero sin llegar a violarla...a ver si caigo preso.

Wednesday, August 02, 2006

Un palo verde pa' lo' pibe'

Mezcla descanso/mezcla agite: A veces la trampa hace mucho menos ruido que la realidad, esa que es buena. Por eso es que no entiendo a los que hacen trampa en silencio. ¿Acaso no se dan cuenta que ese estado los delata más?
Yo vuelvo, a palos, y pienso mi pregunta, pero no logro responderla. Vuelvo, a palos, pensando que el asqueroso abrazo llenos de mocos ni siquiera se transforma en una acción: implícita, explícita, in, ex, in, ex…Esa movida deja el ejercicio rutinario y se transforma en necesidad: no sos el único, yo también quiero.
Y por eso sigo volviendo, pero a palos, entonando ese tanguito del regreso, ese que vuelve con la frente marchita, como ahora, pero con un poquito más de frío. Vuelvo, a palos, y pongo la canción que más extrañaba, para borrarla y liquidarla de una vez por todas, por todas las veces que esperé, pensé, y hasta soñé poder verla. Pero allá el tablero movió otras jugadas, y por eso vuelvo, pero a palos, tratando de deducir qué es lo peor, y qué es lo mejor, para dividir los tiempos y darle un espacio a los dos. Pero ahora no importa la división, porque todo se multiplica, como en los primeros grados, cuando todavía no se sabía, no se hablaba, no se escuchaba, pero sí se jugaba, con lo mejor, como un actor, esos que ganan los mejores premios, esos que no se olvidan su libreto, y ni siquiera su rol. No... no... volver... ni a palos.