Tiempo
“Tengo la fórmula del futuro, podemos llegar a salvar a la humanidad, ¿entendés?”, me dijo Schiler el otro día.
Por mi parte no estaba muy ilusionado. Schiler es un tipo con muchas ideas, pero con poca acción. Recuerdo que el mes pasado había sido protagonista de la misma situación, y al final no pasó nada, como siempre. Schiler es un tipo ingenioso, ambicioso y pretencioso, pero tal vez le falta responsabilidad. Hace más de tres años ganó un viaje a Japón para competir en un torneo de inventores y el tipo se quedó dormido. La noche anterior se había enfiestado con una vecina colombiana que entonaba dulcemente canciones de su tierra, o algo por el estilo.
Por mi parte no estaba muy ilusionado. Schiler es un tipo con muchas ideas, pero con poca acción. Recuerdo que el mes pasado había sido protagonista de la misma situación, y al final no pasó nada, como siempre. Schiler es un tipo ingenioso, ambicioso y pretencioso, pero tal vez le falta responsabilidad. Hace más de tres años ganó un viaje a Japón para competir en un torneo de inventores y el tipo se quedó dormido. La noche anterior se había enfiestado con una vecina colombiana que entonaba dulcemente canciones de su tierra, o algo por el estilo.
-¿Qué pasa ahora Schiler? ¿Qué descubriste?, le pregunté.
-Estoy preparando una fórmula muy exitosa, que va a salvar al hombre amigo, vamos a vender tiempo.
-¿De qué hablás? ¿Estás loco? El tiempo es gratis, Schiler.
-Escuchame por favor, esta vez lo propongo en serio. El tiempo no es gratis, la gente lo necesita. Te pongo un ejemplo, mirá. Está totalmente comprobado que en la Antigüedad los hombres dormían mucho más que ahora. Tenían más tiempo para el sexo, para el ocio, y algunas cosas más. ¿Vos sabías que para hacer una comida se tomaban el tiempo que querían?
-Pero eso es porque progresamos, Schiler. Por suerte hoy ponemos una comida en el microondas y en un minuto está.
-Está bien, pero no es así. Eso es una consecuencia: porque la gente no tiene tiempo, inventó el microondas; porque la gente no tiene tiempo, inventó los locales de comida rápida, y así con todo lo que nos rodea, es todo una consecuencia de la falta de tiempo ¿entendés? Y no quiero exagerar, amigo, pero las mesas también van a desaparecer. La gente no tiene tiempo. Come parada, en el subte, en las plazas. El tiempo va a valer oro.
Schiler estaba agitado, no podía respirar. Lo notaba nervioso, muy ansioso. Después de un trago, se prendió un pucho, escuchó mi pregunta, y volvió a su extrema preocupación.
-Bueno a ver, y ¿qué proponés Schiler? Yo creo que la gente está bien como está. ¿Por qué molestarla?
-La gente no está bien. Está así porque no le queda otra. Pero el negocio del tiempo es la salvación, acordate. Me dijeron que en 40 años la gente va a trabajar 14 horas por día, y que ya están inventando pastillas que contienen las mismas proteínas que un plato de pastas, o carne.
-¿Y con eso qué?
-¿No entendés? (preguntó enojado) El futuro no quiere darle tiempo al hombre. La idea es que corten su trabajo por 30 segundos, tomen la pastilla y sigan trabajando.
-Y entonces tampoco tendrían tiempo para comprar el “tiempo” que vos querés vender. Aparte dale, seamos sinceros. ¿Cómo vas a vender tiempo? ¿Estás loco?
-No, no estoy loco (gritó efusivamente). Estoy descubriendo algo único. Esto va a revolucionar al mundo, amigo. La gente va a ser feliz, en serio.
-Pero ¿por qué estás tan seguro de la infelicidad de las personas Schiler?
- Por que es la realidad. Todos los días escucho algo diferente en relación al tiempo: que no puedo leer esta novela porque no tengo tiempo, que me divorcio porque no le dedico tiempo al matrimonio, que me tomo el subte porque tarda menos tiempo que el colectivo, que no tengo tiempo de cuidar a mis hijos, que entro a Internet y veo las noticias resumidas en 2 minutos porque no tengo tiempo de leer el diario, que los jóvenes no tienen tiempo de estudiar, que no tienen tiempo de salir con sus amigos, tiempo y menos tiempo. ¿No ves?
-No sé, puede ser. Pero es así Schiler, es la realidad que nos toca. No la podemos cambiar.
-Escuchame, creo que no me estás entendiendo. A mi no me preocupa tanto el presente. Estoy pensando en el futuro. El otro día me lo revelaron amigo, me revelaron la verdad.
Schiler se levantó de la silla, nervioso, muy tenso. Agarró el whisky, se sirvió, prendió otro pucho y se volvió a sentar. En ninguna de las anteriores situaciones lo había visto así, realmente empecé a preocuparme… Schiler estaba hablando en serio, y parecía tener un proyecto interesante, o por lo menos importante para la humanidad. Por eso comencé a involucrarme en el asunto y le pregunté.
-¿Qué te revelaron? Contame
-El tiempo va a escasear cada vez más. Muy pocas personas conocen el secreto que me comentó Luhuann.
-Luhuann… ¿Y el cómo sabe?
-El está investigando desde hace muchos años. Hizo todo un estudio de la progresión temática del tiempo, empezando por la edad antigua hasta el día de hoy, y pudo comprobar que en unos 50 años el tiempo va a empezar a agotarse.
-¿Qué querés decir con agotarse?
-Lo que te vengo diciendo desde un principio. La gente no va a tener tiempo de nada. El doctor me contó que las religiones van a desaparecer porque va a ser una utopía poder dedicarle unos minutos a Dios. También va a desaparecer todo tipo de ejército.
-Pero eso es muy bueno, supongo que es un símbolo de la paz.
-Estoy preparando una fórmula muy exitosa, que va a salvar al hombre amigo, vamos a vender tiempo.
-¿De qué hablás? ¿Estás loco? El tiempo es gratis, Schiler.
-Escuchame por favor, esta vez lo propongo en serio. El tiempo no es gratis, la gente lo necesita. Te pongo un ejemplo, mirá. Está totalmente comprobado que en la Antigüedad los hombres dormían mucho más que ahora. Tenían más tiempo para el sexo, para el ocio, y algunas cosas más. ¿Vos sabías que para hacer una comida se tomaban el tiempo que querían?
-Pero eso es porque progresamos, Schiler. Por suerte hoy ponemos una comida en el microondas y en un minuto está.
-Está bien, pero no es así. Eso es una consecuencia: porque la gente no tiene tiempo, inventó el microondas; porque la gente no tiene tiempo, inventó los locales de comida rápida, y así con todo lo que nos rodea, es todo una consecuencia de la falta de tiempo ¿entendés? Y no quiero exagerar, amigo, pero las mesas también van a desaparecer. La gente no tiene tiempo. Come parada, en el subte, en las plazas. El tiempo va a valer oro.
Schiler estaba agitado, no podía respirar. Lo notaba nervioso, muy ansioso. Después de un trago, se prendió un pucho, escuchó mi pregunta, y volvió a su extrema preocupación.
-Bueno a ver, y ¿qué proponés Schiler? Yo creo que la gente está bien como está. ¿Por qué molestarla?
-La gente no está bien. Está así porque no le queda otra. Pero el negocio del tiempo es la salvación, acordate. Me dijeron que en 40 años la gente va a trabajar 14 horas por día, y que ya están inventando pastillas que contienen las mismas proteínas que un plato de pastas, o carne.
-¿Y con eso qué?
-¿No entendés? (preguntó enojado) El futuro no quiere darle tiempo al hombre. La idea es que corten su trabajo por 30 segundos, tomen la pastilla y sigan trabajando.
-Y entonces tampoco tendrían tiempo para comprar el “tiempo” que vos querés vender. Aparte dale, seamos sinceros. ¿Cómo vas a vender tiempo? ¿Estás loco?
-No, no estoy loco (gritó efusivamente). Estoy descubriendo algo único. Esto va a revolucionar al mundo, amigo. La gente va a ser feliz, en serio.
-Pero ¿por qué estás tan seguro de la infelicidad de las personas Schiler?
- Por que es la realidad. Todos los días escucho algo diferente en relación al tiempo: que no puedo leer esta novela porque no tengo tiempo, que me divorcio porque no le dedico tiempo al matrimonio, que me tomo el subte porque tarda menos tiempo que el colectivo, que no tengo tiempo de cuidar a mis hijos, que entro a Internet y veo las noticias resumidas en 2 minutos porque no tengo tiempo de leer el diario, que los jóvenes no tienen tiempo de estudiar, que no tienen tiempo de salir con sus amigos, tiempo y menos tiempo. ¿No ves?
-No sé, puede ser. Pero es así Schiler, es la realidad que nos toca. No la podemos cambiar.
-Escuchame, creo que no me estás entendiendo. A mi no me preocupa tanto el presente. Estoy pensando en el futuro. El otro día me lo revelaron amigo, me revelaron la verdad.
Schiler se levantó de la silla, nervioso, muy tenso. Agarró el whisky, se sirvió, prendió otro pucho y se volvió a sentar. En ninguna de las anteriores situaciones lo había visto así, realmente empecé a preocuparme… Schiler estaba hablando en serio, y parecía tener un proyecto interesante, o por lo menos importante para la humanidad. Por eso comencé a involucrarme en el asunto y le pregunté.
-¿Qué te revelaron? Contame
-El tiempo va a escasear cada vez más. Muy pocas personas conocen el secreto que me comentó Luhuann.
-Luhuann… ¿Y el cómo sabe?
-El está investigando desde hace muchos años. Hizo todo un estudio de la progresión temática del tiempo, empezando por la edad antigua hasta el día de hoy, y pudo comprobar que en unos 50 años el tiempo va a empezar a agotarse.
-¿Qué querés decir con agotarse?
-Lo que te vengo diciendo desde un principio. La gente no va a tener tiempo de nada. El doctor me contó que las religiones van a desaparecer porque va a ser una utopía poder dedicarle unos minutos a Dios. También va a desaparecer todo tipo de ejército.
-Pero eso es muy bueno, supongo que es un símbolo de la paz.
-No, van a desaparecer porque el hombre no va a contar con el tiempo necesario para planificar una guerra. Todo se va a manejar con armas nucleares que ya empezaron a ser preparadas hace unos cuantos años. Los científicos de los países más avanzados conocen este secreto, y por eso empezaron a preparar estas armas que con un simple botón pueden destruir un país en menos de 5 segundos, muy poco tiempo.
-Sos muy apocalíptico Schiler, ¿no estarás exagerando?
-No lo soy, simplemente te cuento la verdad. Van a desaparecer las grandes instituciones, y también las cosas más cotidianas. No sé, imaginate que nadie va a tener tiempo de sentarse a charlar, tomar un café, o pararse en la calle a pedir fuego. Tal vez sí pase, pero el tipo que te pare en la calle para pedirte algo en especial va a ser un irrespetuoso, va a estar liquidando tu tiempo.
-¿Y qué pensás hacer Schiler?
-Con el doctor Luhuann empezamos un proyecto interesante, pero necesitamos contar con vos. Quiero que lo pienses y me avises. Me imagino que ya pudiste darte cuenta de que esto es importante.
Schiler se fue de casa apurado: en cinco minutos tenía que encontrarse con Luhuann en pleno centro. El tiempo también le estaba jugando en contra al doctor: se le había hecho tarde en una reunión, y tenía unos pocos minutos para comer aunque sea una fruta.
Al día siguiente nos encontramos los tres. Yo llegué un poco tarde, pero no se notó. Antes de volver a casa les prometí no contar nada, pero como hoy tuve unos diez minutos libres, tuve la necesidad de contar aunque sea el principio de todo esto.
-Sos muy apocalíptico Schiler, ¿no estarás exagerando?
-No lo soy, simplemente te cuento la verdad. Van a desaparecer las grandes instituciones, y también las cosas más cotidianas. No sé, imaginate que nadie va a tener tiempo de sentarse a charlar, tomar un café, o pararse en la calle a pedir fuego. Tal vez sí pase, pero el tipo que te pare en la calle para pedirte algo en especial va a ser un irrespetuoso, va a estar liquidando tu tiempo.
-¿Y qué pensás hacer Schiler?
-Con el doctor Luhuann empezamos un proyecto interesante, pero necesitamos contar con vos. Quiero que lo pienses y me avises. Me imagino que ya pudiste darte cuenta de que esto es importante.
Schiler se fue de casa apurado: en cinco minutos tenía que encontrarse con Luhuann en pleno centro. El tiempo también le estaba jugando en contra al doctor: se le había hecho tarde en una reunión, y tenía unos pocos minutos para comer aunque sea una fruta.
Al día siguiente nos encontramos los tres. Yo llegué un poco tarde, pero no se notó. Antes de volver a casa les prometí no contar nada, pero como hoy tuve unos diez minutos libres, tuve la necesidad de contar aunque sea el principio de todo esto.