Saturday, October 20, 2007

Los oídos del cielo

El 20 de octubre del 2007 a las 11:30 am, en ese mismo instante en que los pájaros vuelan por temor a ser escupidos, en ese real segundo en que el sol quema la piel y la deja de quemar por que una nube se cruza en su camino, yo estudio a un autor que dice que la comunicación es necesaria porque “con la comunicación soy con los otros” y algo así como que si no comunico no soy nada. “Imposible no comunicar”, sostienen otros autores. Todo el tiempo, a toda hora, como un canal de televisión que transmite las 24hs malditas horas del día, el ser humano comunica aunque esté solo en un bar tomando un café y leyendo una novela de Paulo Coelho que hable de que algunas cosas se pueden transformar en oro.

En ese mismo instante en que la gente compra regalos para el día de la madre, en que otros se desperezan como leones en celo después de una noche de lujuria, rezos y castigos, Dios escucha que algunos se comunican con Él. Prendo la tele, me devuelve algunas imágenes de la pasada peregrinación a Lujan, y después de ver a esa masa ferviente de personas caminando sin razón hacia la Basílica, me pregunto cuántos oídos tienen Dios, la Virgen, y el santo que se les ocurra inventar.

Vuelvo a mi texto de la comunicación, y casi sin darme cuenta, paso por alto una frase de Gabriel Marcel que dispara “Dios es aquello por lo cual pueden comunicarse entre sí las personas individuales”. Y pienso en el tipo que va a San Cayetano y le pide a Cayeta que el sistema laboral no lo excluya tanto. Pienso en la vieja que camina hacia Luján rogándole a la Virgen que los hospitales públicos le den bola, y que -con una ayudita de Ella de paso-, su hija se pueda salvar. Pienso en el tipo que reza justicia. Pienso en la mina que habla a la noche sobre su soledad, su casi discriminación social. Pienso en el pendejito que no entiende nada pero que le sugirieron rezar para entender algo. Pienso en todo eso, en los oídos del cielo, en las plegarias, en los destinos que hay marcados en mi almohada, en las huellas de la peregrinación. Pienso eso, y empiezo a sospechar que el cielo es un buen intermediario entre el ciudadano, el sistema y la negligencia. Entre el pobre, el político y la injusticia. Entre el chico, la chica, y el amor no correspondido. Entre el mundo, la necesidad de hablar con alguien, la necesidad de hacer un pedido, la necesidad de hacerse escuchar… y de ese oído superpoblado que habita en el cielo; quizá por temor a vivir en la tierra, o por la necesidad de subir algunos pisos, mirarlo todo de arriba y prestarle una oreja a todos los que a veces no tienen voz.

5 Comments:

At 1:23 PM, Blogger macanudas* said...

"prestarle una oreja a todos esos que a veces no tienen voz"
a todos esos que.. "gritan todos juntos en una nota tan aguda que es imperceptible para el oído humano y quizás ese sea el problema que no podemos escuchar."

sin palabras (virgenes o trilladas)

pd: solo comunicarle a Wazlawick, que es posible no comunicar. Al menos mi conciencia no descubre lo que su mirada muda y su palabras ausentes me quieren decir. (quizás mi inconsciente lo sepa muy bien)

Meg

 
At 7:34 AM, Blogger malena said...

Meg, "posible no comunicar". Sí, puede ser, hay veces que cuestiono esta afirmación. Hay veces que no hay receptor.

¿Caminando sin razón a la Basílica? ¿Sin razón? ¿Te parece?

"leones en celo", ja, muy gachu.

¿Te imaginas lo que debe ser escuchar todas esas plegarias simultáneamente? ¿Alguien las escuchará?

 
At 8:40 AM, Blogger macanudas* said...

no se si realmente es posible no comunicar.
para mí que todo el tiempo estamos comunicando.nos.
(si meg, la mirada muda y las palabras ausentes dicen mucho)

y también creo en los oídos del cielo, aunque nepólito se ría de mi rinconcito de dios al costado de mi cama.

generás debate gachu.

Lu

 
At 10:23 AM, Blogger Gabriel said...

Y yo creo que todo el tiempo comunicamos, a veces nada y con destino a la nada... y esa será la comunicación nadista, pero comunicación en fin.

 
At 10:34 AM, Anonymous Anonymous said...

jamás me reí, comunicacion patológica diría Watzlawick.

 

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