Thursday, July 27, 2006

Cómo hacer un guión en 20 minutos

Parece todo arreglado, como en la tele. No hay nada verdadero, ni siquiera natural. Aquí es todo sobrenatural, aquí es todo falso. Porque si todo fuera real, poco sentido tendría. Además es imposible creer algo así, ¿cómo hago? No es ni obra nuestra. Aquí es todo falso: el pendejo que reparte las estampitas, los centavos, el ruido de fondo, y la famosa cueva en donde vivía Splinter, la rata de las tortugas ninjas.
Pero desde arriba da gracia, ¿no? Me imagino, como para no reír, si es una escena cómica. Hasta yo me reiría viéndola de afuera, pero no puedo. Prefiero hacerme el serio, el sobreentendido, y seguir la situación de cerca. ¿Dejarse llevar?, claro, por el humor. Ahora sí es todo más fácil: confiando en alguien. Alguien que tiene ganas de reírse un rato.
Pero está todo arreglado eh, como en la tele. ¿Cuándo viste a un actor actuar de él mismo? Y ese periodista que ve el “rec” prendido, ¿no sabe que está actuando el boludo? Qué gracioso que es todo, en serio. Menos mal que existe el humor, bendito sea.

“…El día ese se vivió en una gran pantalla. Todos sentados (pochoclo en mano), esperando expectantes la función (cómica) de la serie. Serie en secuencia, por cierto. Ya van por el capítulo… no recuerdo, pero sé que están avanzados. Yo ví el primero, me gustó. Un tanto milagroso para ser real, pero es una novela, acá se admite. Recuerdo la toma dos de la escena uno: un tipo sentado pensando qué era lo que había pasado. Un tipo perdido, azorado y con ganas de vivir el boludo. Pero estaba buena, era interesante. Acá gustó mucho, pero empezaron a decir que le faltaba humor. Por eso después empezaron a deliberar por un guionista nuevo, y el tipo ese… no sé cómo se llama, bueno el tipo ese aceptó ser el nuevo guionista. Es un flaco muy gracioso, le gusta la comicidad bien desubicada. Primero y principal para que nadie la entienda, y no le anden diciendo “che qué bueno eso, ¿cómo se te ocurrió?”, y segundo, como consecuencia, para que nadie le rompa las pelotas. El tipo lo escribe, si gusta bien, sino a joderse.
Y por acá qué se yo... nos das gracia boludo, en serio. Yo sé que los cómicos somos nosotros, pero te tendrías que ver, no sabés lo que sos. Todo ahí quietito, sin saber qué hacer. El tipo del guión está en otra por el momento, pero igual sigue laburando las ideas. El otro día me pidió ayuda, pero lo rechacé, me daba pena seguir en esto. ¿Qué sentido tiene? ¿Alguno? Te digo nomás... acá se piensa y se vive a la vez eh, ¿allá? no sé, sólo pregunto, no respondo..."

Saturday, July 22, 2006

El gran diario argentino

Anoche quedaron un par de sobras de la cena. Mamá siempre las guarda en la heladera para que yo pueda comer algo en la madrugada. Sí, siempre me levanto a las 5 de la mañana para atacar la heladera. Desde los 15 años hago eso, y desde ese entonces no hubo un solo día que no repitiera este acto mecánico de levantarme, lavarme la cara, dirigirme hacia la cocina, y comer.
Después siempre espero el diario. Llega tipo 6 de la mañana. Me encanta escuchar el ruido del papel golpeando la puerta. Son las noticias que se chocan, imagino. Y así lo leo. Medio despierto, medio dormido, leo y releo cada una de las noticias que el día me ofrece: que las subas salariales, que los actos solidarios, que la ayuda humanitaria en Medio Oriente, que la cumplida democracia. Me encantan, me encantan las buenas noticias. Las malas no las leo, me ponen triste. Todavía recuerdo el primer día que escribí una crónica sobre un robo en una juguetería. ¡Qué feo momento! No me gustó…de repente me encontré haciendo algo que a mi no me gustaba leer, ¿cómo es posible? Y todavía me acuerdo las correcciones de la profesora: faltan fuentes…en vez de esto yo pondría esto… ¿no había una mejor voz policial? No la verdad que no había. Estaba ese tipo, y yo que no podía dejar de mirar a la mina del negocio que lloraba desesperada. “Me robaron todo, todo el laburo de un año”, repetía la pobre mujer. Y los fotógrafos que se acuchillaban por conseguir la mejor foto, los cronistas que le preguntaban: “¿Y cómo se siente después de este hecho?”…
(El día me va llevando en la sucesión del tiempo. Las horas siempre pasan, pero hay segundos más largos que otros, ¿por qué pasa eso? Los momentos lindos pasan rápido, y parece que los momentos feos son los que nunca piensan retirarse. Es como sí disfrutaran de la materia corporal y de sentirse protegidos por una tonta mente. Y en esa sucesión del tiempo ni siquiera pienso en dejar huellas… lo único que busco es borrarlas, dejarlas atrás, y que nadie más se digne a verlas).
Al llegar al subte siempre me espera el otro diario, el que entregan en los vagones, creo que se llama “La razón”, como la razón de mi vida de Evita, pero con menos contenido. Son las 6 de la tarde, y las noticias de las mañanas ya quedaron viejas… no hay nada más histórico que el diario de ayer…El resumen noticioso que voy leyendo me entristece. Esta vez no encontré noticias buenas. Encima yo siempre pensé que lo que un diario no incluye directamente no pasa. No hay nada que a un diario se le escape…por eso empecé a creer que ese día no había pasado nada. Solo noticias feas y tristes.
Después de bajarme en la estación J. Hernández, pude ver a un pibito parado en la escalera mecánica pidiendo los diarios. Algunos obligados, otros con temor, otros con indiferencia, otros con asco… esos son los que miran al pibito de los diarios. También están los que se los dan, y así el pibito agradecido los va juntando, uno por uno. En una mano los tiene, y en la otra sostiene a su hermanita… Después de colectar los 300 ejemplares que necesita para llegar a los cinco pesos, el pibito se va, los canjea, y le compra la leche a la pibita…Entonces pensé que esas noticias feas se habían reciclado una vez más. No hay nada nuevo, lo sé, pero, ¿qué noticias saldrán mañana? ¿Habrá alguna buena? Seguro que no, pero al pibito le va a servir igual, total él se encarga de reciclarlas (menos mal).

Monday, July 17, 2006

No te pongas azul

Si todo fuera un cuento
(de esos reales)
diría que Dios jugó dos partidas
misteriosas
graciosas
confeccionadas
diseñadas al simple humor del encuentro...
Si todo fuera un cuento
(de esos reales)
seguiría esperando
iluso
impúber
pintado
con la frente impaciente...
Si todo fuera un cuento
(de esos reales)
diría que el personaje se acostó
perdido
encontrado
triste
risueño
con la almohada en su hueco
y el titubeo en la espalda...
Si todo fuera un cuento
(de esos reales)
dejaría de contar las sombras
los suspiros
las horas
las letras...
Si esto fuera un cuento
(de esos reales)
seguiría rezando
ansioso
injusto
arbitrario
ilegal
con una mirada única de las dos partidas que allá espera
iluso
impúber
pintado
esperado...

Friday, July 14, 2006

Ayuda de Vivi

…y sin quererlo, pero con firme intención, no dejamos descansar la necesidad Vivi, porque existe, claro que existe. Yo la veo todos los días, desesperada, hambrienta, tan urgente Vivi, que ni siquiera se compara con la anterior, la última, sí, la del año pasado. Yo te conté Vivi, te conté que esta vez estaba en camino, o sorprendido, pero la veo muy difusa… la fusa, la semifusa, la blanca, la negra, y todas las anotaciones que el pentagrama haya recibido en su triste composición del adiós. Pero es raro Vivi, es raro porque sé que lo necesario se volvió automáticamente imprescindible, y eso me asusta Vivi. Me asusta porque vos misma me contaste que si la necesidad no es compartida, pierde la gracia de la urgencia, y todo esto pierde sentido, ¿ves? Porque soy yo Vivi, soy yo, ¿y la otra parte? No entiendo Vivi, ¿resultará divertido todo esto o simplemente existe la espera de algo, algo…? No entiendo Vivi, ¿surgirá la verdad de lo que hago, lo que digo, lo que callo, lo que río, lo que lloro, lo que corro, lo que como, lo que leo, lo que escribo? No entiendo Vivi, ¿vos entendés algo? De ser así llamá, quizá tu género comprenda mejor.

Monday, July 10, 2006

A pesar del peso

Los partidarios de la Teoría Ilusoria, publicada en el quinto tomo de la tercera colección más vendida del mundo, siguen (a pesar del avance colonizador de los genios) sosteniendo sus ideas. Ideas que no brillan tanto por exitosas, como sí por ideales.
En la página 53 del libro, los autores lograron hacer un resumen (literario) del teorema; y para no tergiversar los contenidos, transcribo (fielmente) a continuación:

“…y a pesar de todo seguimos siendo mayoría los fieles a esta Teoría: El león que caza todas las noches para conseguir la comida de sus hijos, el pez que escapa de su depredador, el pájaro que construye el nido por novena vez, y el Hombre que activa su despertador.
Todos somos parte de nuestra Teoría que fue creada (humildemente) como reflejo de una sociedad que se disfraza de suicida para ocultar la ilusión constante que hay detrás de toda acción. Ilusión redentora, si se tiene en cuenta que es una de las pocas condiciones humanas que mantiene al sujeto en pie. (Es decir, las reglas están claras, no hay novedad, solo ilusión. El primer Hombre en la Tierra supo ese secreto, y así se fue expandiendo indirectamente por el resto de los tiempos).
Si tenemos en cuenta los dos motivos extra-ordinarios que siguen encendiendo el antiguo motor humano, la frustración que encontramos en los Hombres no deja de ser falsa. Por eso es importante (en este quinto tomo), aclarar los motivos del encendido vital:

Motivo a) Si realmente todo fuera un enorme juego de mesa, esos que además de tableros contienen cartas, estaciones, multas y miles de gratificaciones, de nada serviría seguir jugando. El final: resuelto. Es la primera institución lúdica que promueve una participación silenciosa, (pero temeraria). El jugador de la ficha verde todavía sigue en el casillero 53, y por detrás de él se encuentra el rojo, ubicado en el 32. Ninguno de los dos piensa en ganar. El triunfo les da miedo, y cuando piensan en eso simplemente lloran. Es la primera institución lúdica que no busca la conquista de algún jugador, sino que intenta esquivarla una vez llegado el fin.
El rojo y el verde saben el resultado del juego. Esa sabiduría los angustia, sin embargo hay algo en su fondo inocente que los ilusiona, y, sin conocer la Teoría Ilusoria, forman parte de ella.

Motivo b) Si lo que pasa se comparase (simplemente) con una larga vía, de nada serviría seguir caminando, (para eso están los trenes o las cinco vías de Santo Tomás). Igualmente no dejan de existir los caminantes, esos que todavía no aceptan los transportes modernos.
Si tenemos en cuenta al viajero del Km 58, con el otro del 31, ninguno quiere llegar al final. Es la primera caminata humana que no exige consumación, como tampoco una distribución de la distancia (en ese sendero no existen las distancias espaciales, solo temporales).
Y dicen que una vez llegado el fin, el camino se disuade lentamente, y la nueva dimensión se convierte (automáticamente) en la más prometedora de toda la historia. La ilusión sigue en el borde del umbral, pero comienza a hacerse realidad cuando se descubre que todo era un sueño, y que la vigilia recién comienza. Es ahí cuando nace la sensación del síndrome titulado: “¿Cómo no hice esto en los sueños?”, en el que el paciente se lamenta (silenciosamente) por no haber besado a la mujer que observaba en la vigilia, pero que únicamente vivía en los ronquidos más profundos de la noche. Es ahí cuando nace el arrepentimiento y la congoja de no haber aprovechado la única oportunidad que presentaba la única vida de estar con la única mujer que únicamente quería…”

Después de leer el quinto tomo de los partidarios de la Teoría Ilusoria, me ilusioné (paradójicamente) con el futuro de la realidad no vivida. Luego pensé, y llegué a comprobar (en mi mente) que todos esos enunciados empapaban la vida de los Hombres. Finalmente asentí, con la cabeza gacha, pero contento por ser uno de los tantos miembros que todavía piensa en una caminata sin salida, (algo así como un laberinto de plantas lúgubres que no dejan de dar sombra en el jardín de la esquina).
Y por eso es que escribo esto, me señaló el autor de la Teoría después de haberlo contactado por e-mail: porque la mortalidad (paradójicamente) es la única propiedad que nos da vida. Porque la finitud nos permite llegar a la ilusión, y por eso escribimos: para que la muerte tampoco nos olvide.
Nota: La Teoría Ilusoria fue creada hace miles de años (no tengo la fecha precisa). Después de varias ediciones, una sola pudo llegar a mi mano.
Nota2: No se consigue en librerías.

Saturday, July 08, 2006

Nadie te cree, lo sé. Los que piensan en infantilidades te apoyan, dicen que vas bien. De vez en cuando se juntan para hablar de vos, y siempre llegan a la misma conclusión de tu camino; ellos se meten, se preocupan. Dicen que hay una mínima probabilidad de que todo termine de una vez. Ellos hablan en serio, pero después se ríen; saben que sos su juego preferido y por eso nunca van a dejar de divertirse. La ilusión, el chiste, la espera…esas son las fichas elegidas para moverte. No sos más que un motor que despierta lo mejor y lo peor de esa partida sin fin. Y si supieras que el juego te va a ganar, si supieras que está todo tan resuelto, no seguirías jugando. Pero la espera es lo que te mantiene vivo, lo sé… la espera…la espera…esperá...

Nadie te cree, lo sé. Escuché decir que estás cansado, pero ellos igualmente te preguntan: “¿Cansado, de qué?”, y se rién. Es que nadie entiende que esta vez no te estás riendo, es que en la caída muchos se olvidan que el golpe puede ser mucho más fuerte de lo que algunos creen. Pero el agua te amortigua, lo sé, quedate tranquilo. Agua azul, roja, azul, azul. Agua que brota de todos lados, y que inunda los espacios más vacíos del planeta. Pero ese impacto no es tan doloroso como el saber que estás lejos de encontrar la diferencia entre querer y no tener. Las dos opciones más totalitarias que tiene el mundo, que no aceptan a medias, y no porque rechazen el calzado, sino porque simplemente viven en uno de los dos estados. Y vos que estás en el centro de ellas, tensionado, apretado, sin saber qué hacer para que el querer y el no tener se dividan de una vez, y así finalmente puedas crear una tercera opción, la más buscada de todas: querer y tener a la vez.

Nadie te cree, lo sé. Escuché decir que ya ni siquiera el sol te preocupa. Si sale o no, cuestión de los astros. Miles y miles de millones de años adorando al sol, para que llegara una persona que no se preocupa en su salida. Debe ser lo gratuito que te tiene enceguecido, o esos rayos que no dejan de nublarte las partículas que aparecen a tu alrededor. Pero vos sabés que la resignación es más importante, vos sabés que sus segundos valen más, vos sabés que la posibilidad de pensar un encuentro es más alentadora, y vos sabés que todo lo que pasa hizo que abandonaras hasta tu preocupación astrológica y celestial.

Monday, July 03, 2006

Te escribo, diario

Querido diario:

Tenía ganas de contarte que me caes mal. Ya es la tercera vez que pasa lo que pasó, y podemos decir que el famoso dicho que habla de “la vencida”, es una mentira. Sabés que vengo confiando en vos hace unos cuatro o cinco años (ya perdí la cuenta). ¿Te acordás de esa vez que te conté lo de…que no sé qué y de no se qué… y eso? Por lo menos mantengamos el secreto por un tiempo más. Yo mismo había escrito en tu cuerpo que lo importante entre las personas no es la fidelidad, sino el poder mirarse bien a los ojos. ¿Te acordás la vergüenza que pasé esa tarde? Y vos no entendés nada, querido diario. Te creés fuerte por recopilar los momentos más abatidos de la vida, y la felicidad te ignora, siempre. Porque le caes mal. A la felicidad le caes mal, querido diario.
Intenté por todas los medios convencerla, pero ella me hablo mejor que vos. Ahora a mi también me caes mal. No creo que sea tu culpa. Creo que soy fácil de convencer, es eso. Vos dormiste tanto tiempo diario, que ya no te das cuenta qué mundo pertenece al sueño y qué otro a la vigilia. ¿Te acordás cuando me contaste que te habías encontrado con esa no sé quién… de no sé qué lugar…? Yo te asentí con la cabeza para no desilusionarte, pero era un sueño, diario, era un sueño, ¿no entendés todavía que esas cosas no pasan? Y esa vez que soñaste que te quedabas solo sin poder dejar de llorar, ¿te acordás? Eso pasó en serio, diario. Yo lo ví, pero me escondí. No me gustaba la idea de que me vieras asustado viéndote vivir tanto dolor. A ver si me encontrabas y me matabas. Me contaron que estás medio loco. Igual no sé si creerles. Es porque te conozco tanto que a veces dudo, querido diario.
El otro día me acordé que una vez, no hace mucho tiempo, te había escrito: “Hoy comí una milanesa que me cayó mal. Después me tomaron un parcial que me fue mal. Cuando me tomé el 152 el chofer dijo que andaba mal, y todos nos bajamos (malhumorados). Después no encontré a ella en todo el día y me puse mal, muy mal”. Nunca me voy a olvidar el título de aquella página, lo había pensado durante 25 minutos (contados por reloj). Lo titulé “mal”. Me pareció lo más original.
Lo cierto es que la anécdota viene al caso porque desde ese día nos empezamos a llevar mal. Me caes muy mal, diario. Y lo que más mal me pone es que vos no lo sepas. Yo sé quién sos vos. Sos el rincón más arrinconado de todos los rincones que existen en el rincón del universo. Y pensándolo bien, en algo te pareces a esa infinidad de cosmos. Un espacio oscuro, gigante, desconocido (y popular a la vez), descomunal, insoportable, inalcanzable, y relativamente falso. Yo sé quién sos, y me caes mal.
No me quiero despedir sin antes recordarte que vos nunca hubieras existido sino por expresión de la angustia, diario. Eso te lo dije muchas veces, y es algo que sabemos los dos. Debe ser por eso que me caes tan mal. Te conozco tanto, que la felicidad me ofreció una mejor oferta, diario. Espero poder pagarla.